PRIMERA VEZ CON RITA

Amateur

PRIMERA VEZ CON RITA

En este capítulo os abro la puerta a un giro temático-sexual, que lo dejo para que lo vayáis viviendo con más intensidad.

Cuando llegamos al campamento, lo primero que vimos desde el autobús fue a un grupo de madres del AMPA, entre las que estaba Rexina, la profesora de inglés que nos daba clases particulares, y que entre mis amistades más íntimas que también iban a recibir clases a su casa, les gustaba tanto ella como su hija Rita, pero que ninguno lo había conseguido. Uno de mis amigos me había dicho que en una ocasión que se quedó a solas con Rexina, él creyó que la tenía a tiro porque hacía calor y ella lo había recibido con un pantaloncito muy corto y muy excitante, además de haberla notado como más cariñosa que otras veces. Se arriesgó a proponerle quedarse con ella un rato más de haber terminado la clase de inglés y Rexina lo había rechazado diciéndole:

— Mira Pedrito, estoy divorciada y por supuesto que me gustaría tener sexo con alguien, pero siento decirte que no eres mi tipo. –Con lo cual le había dejado planchado, pero Pedro le siguió insistiendo.

— ¿Tiene un claro prototipo?

— ¡Sí, Johnny me gusta!

— ¿Se refiere a JB?

— Sí, he oído entre las alumnas, que JB como tú le llamas, se gasta una buena herramienta.

— Perdone, pero yo no se la he visto, aunque al igual que usted, también he oído lo mismo.

Por supuesto que Pedro me lo había contado al día siguiente, así que me empecé a fijar en ella, cuando antes nunca lo había hecho.

— ¡Hola Johnny! –Me saludó nada más bajar del autobús.

— ¡Hola, profe!

— Johnny, me gustaría que cuidaras de mi hija, ella no está acostumbrada a ir de campamento.

— ¡Por supuesto, no se preocupe que lo dicen en el reglamento de convivencia, los mayores tenemos que cuidar de los más pequeños. –Conocía a Rita de ir a clase de su madre, y alguna vez que otra estaba ella allí, porque normalmente, Rita se iba a casa de su padre mientras su madre daba clases en su casa.

— ¡Gracias JB! –Me saludó la propia Rita. ¿Quieres que también me encargue de tu alojamiento?

— No hace falta, gracias Rita, ya estuve aquí el año pasado y conozco el procedimiento. –Aproveché lo que me pareció un desconcierto de ambas para dirigirme a recepción y ver qué cabañas estaban libres.

Precisamente había una con dos camas, y la otra la iba a ocupar Pedro, así que me la reservé, porque con Pedro me solía llevar muy bien.

Durante todo el día no me quité de encima a Rita, y por el contrario, casi no vi a Pedro, que ya por la noche cuando fui para acostarme, él me estaba esperando para decirme que había ligado con una chica del instituto, y que había cambiado su cama con la compañera con la que iba a dormir. No me pareció bien que no me hubiera consultado antes, pero lo vi dentro de lo que solía ocurrir en el campamento, al parecer con el consentimiento de profesores y profesoras, porque también se lo montaban entre ellos y ellas.

Poco después de estar en la cama, entró Rita a la cabaña, traía un bolso de mano y su mochila, lo que me hizo ver que era ella la que iba a dormir en mi cabaña.

— ¿Eres tú la que has cambiado la cama con mi compañero Pedro?

— ¡Sí, ha sido Lola la que me lo ha dicho! ¿Te m*****o?

— Bueno, lo que me ha m*****ado es que no me hayan consultado.

— Bueno, tampoco a mí me lo han consultado, pero estoy encantada.

— ¿Y eso?

— ¡Tu fama te precede!

— ¿Cómo es eso que mi fama me precede?

— ¡Pues eso, que todas dicen que eres un picaflor!

— ¿Y estás contenta porque te gustan los picaflor?

— No tengo experiencia, pero estoy abierta a aprender.

— ¡Vaya, resulta que tu madre me pide cuidarte, y pareciera que tú se lo habías pedido a ella! ¿Es esto un complot entre tu madre, Lola, tú y Pedro?

— Algo así, pero no quiero que te enfades.

— ¡Coño! ¿Cómo no me voy a enfadar si habéis conspirado porque según tú, yo soy un picaflor?

— No ha sido así, es mi madre la que lo ha organizado todo entre ella y tu amigo Pedro. Lola es otra pánfila como yo, incluso hay nenas que dicen que Lola es bollera.

— ¿Y tú, también te gustan los coños?

— No lo sé, creo que me gustan las pollas, pero no he probado ninguna.

— ¿Te m*****as si te digo que no eres mi tipo?

— No, estoy acostumbrada. Sé que no soy una chica 10, pero me gustaría ser tu putita, al menos durante la semana que vamos a estar en el campamento. Si luego no quieres verme más, lo aceptaré.

— Me sorprendes, sobre todo porque conozco a tu madre y no me parece una mujer sumisa.

— ¿Y si soy yo la que quiero serlo de ti?

— A ver, que me resulte sorprendente no quiere decir que te rechace. A ti no te conozco y si tu madre ha estado compinchada en esta trama, me sorprende más. Pero ya te digo, no habrá problema en enseñarte cosas que me quieras proponer, pero no serás la única, hay alguna otra que ya las conocí el año pasado.

— ¡No me importa!

— Pues venga, acomódate. –Le dije dándome la vuelta por si quería cambiarse.

— No me importa que me veas cambiarme, al contrario, me gustaría mucho que me vieras desnuda.

— No, venga, entra al baño y cámbiate.

Cuando salió del baño me llevé una enorme sorpresa. Llevaba unas bragas con ositos y otros dibujitos como única prenda, sus pechitos eran agradables de ver, y el cuerpo no es que fuese el de una nena 10, pero tenía ya sus curvitas.

— Ven, acuéstate conmigo. Le pedí, y reconozco que no fue un ruego.

— ¡Estás muy loco! ¿Nunca te lo han dicho? –No le respondí, la besé en la boca y ella me respondió con un morreo muy pasional. Cuando dejamos de besarnos.

— Ahora soy yo la sorprendida.

— ¿Y eso, por qué?

— No me esperaba que me besaras sin más.

— ¿Y te ha gustado?

— ¡Mucho! ¿Y a ti?

— Bueno, besar si sabes.

— Tengo novio, pero es tan pánfilo como yo, o más.

— ¿No habéis hecho nunca nada?

— Le gusta que lo masturbe y me besa, pero nunca intentó nada más.

— ¿Y por qué no se lo has pedido?

— Una vez lo hice porque mi madre me había comentado que el sexo oral era muy agradable, y evitaba quedarme preñada del hombre inadecuado.

— ¿Y qué pasó?

— ¡Me dijo que tanto su padre como su madre, le habían dicho que era una asquerosidad.

— ¡Menudo gilipollas! ¿Lo conozco?

— No creo, vive en la ciudad y va a un colegio religioso.

— ¿Y cómo lo conociste?

— En ese colegio es donde trabaja mi padre. Cuando mis padres se separaron, él no quiso trabajar más en el instituto donde lo hace mi madre.

— Pero tengo entendido que tu padre vive en el pueblo, y tú pasas casi todas las tardes en su casa.

— Fue un acuerdo que tomaron cuando se divorciaron, él vive en casa de mis abuelos paternos, y como mi madre da clases particulares de lunes a viernes, pues él me viene a recoger a casa para ir con mis abuelos a estudiar mientras mi madre está enseñándoos inglés. Es el régimen de visitas más adecuado para ellos.

— ¿Y para ti?

— ¡También, así paso los fines de semana en casa con mi madre, o nos vamos las dos por ahí!

— ¿Y en vacaciones?

— Ese fue el acuerdo de ellos, y en vacaciones lo pasamos las dos juntas en el pueblo de mis abuelos maternos, que hay playa y mucha marcha.

No sabría decirlo pero me estaba calentando la conversación que manteníamos, así que le acerqué la polla a uno de sus muslos.

— ¿Eso que siento es tú polla, tío?

— ¡Tócala!

— ¡Dios mío, qué barbaridad! ¿Me dolerá?

— Tranquila, lo haremos suavemente y cuando ya estés bien lubricada.

— ¡Vaya, hablas de esto como un experto!

— Soy joven, pero empecé pronto. — Le dio la risa, una risa sincera y a carcajadas.

— ¡jajajajajajajajaaj! ¿A cuántas te has follado?

La volví a besar. Ya no había marcha atrás, le quité las bragas de niña y me gustó mucho su coñito, con un conejito muy peludito. Que lo abarqué con mi mano para ir acariciándoselo mientras le seguía besando en la boca porque besar besaba bien, seguramente se pasaba horas besándose con su religioso novio. Y entonces pensé que igual se presentaba en el campamento, y la buscaba si iba a su cabaña y se encontraba que no estaba ella allí. Se lo dije cuando estaba tocándole la pipita.

— ¡Olvídate de ese gilipollas y sigue tocándome ahí que me gusta mucho!

— ¡Joder Rita, y si viene y nos pilla follando!

— ¡No puede venir está en Estados Unidos, sus abuelos paternos tienen allí un rancho de caballos!

Yo estaba muy caliente, así que me importaba un carajo que apareciera su novio. Bajé con ganas de comerle el coñito y me gustó lo que vi, una pipita que sobresalía entre la matita de vellos de su lindo conejito; le comencé a chupar la pipita y Rita encontró enseguida la forma de ella darse placer agarrándome del pelo para apretar mi cabeza contra su coño, a la vez que contoneaba su cinturita.

— ¡Joder JB, que gustito estoy sintiendo! –Hice como si no la escuchaba y le seguí mamando el garbancito que aparecía de su pequeña capuchita.

— ¡¡¡Que gustooooooo ahhhaaaaaahhhhh!!!— Ahora Rita me agarraba por las orejas y noté que se corría en mi boca. De su coño salieron varios brotes de calditos que le lamí con gusto. Ella misma se dio la vuelta y con una maestría propia de alguien con más experiencia, se metió mi polla en la boca y empezó a hacerme una mamada de las que pocas mujeres me la habían hecho teniendo más experiencia que Rita, que según me había dicho, nunca se había metido una polla en la boca, y por el contrario, la mía se la estaba tragando hasta la garganta. Cuando sentí su lengua lamiéndome la punta del nabo.

— ¡Aaaaaaagggggggggggg aaaaaaakkkkkkkk putitaaaaaaa! ¡Tomaaaaaaaa lechitaaaaaaaaa!— Le iba soltando borbotones de lefa que Rita mamaba y tragaba como si lo hubiera hecho todo su vida.

Unos minutos más tarde.

-¿Quieres algo de beber?—Me preguntó, dejándome nuevamente sorprendido.

-¡Vaya, has traído alcohol sabiendo que está prohibido?

-Mi madre me ha dado dos botellas de albariño, me gusta el blanco ¿Quieres?

-¡Venga, abre una que nos la vamos a beber! –La vi levantarse, y me gustó verla caminar y su respingoncito culito. Cogió los dos vasos de plástico que había en el baño para enjuagarnos la boca porque no había otra cosa, y me sirvió un vaso y ella se echó medio.

-¡A tú salud, preciosa!

-¿Soy bonita JB? ¡No te rías de mí! –Poniéndome los labios para que le diera un beso.

-¡A ver Rita, ya te lo he dicho! –Rita no era el prototipo de mujer por la que perdería la cabeza, ni tampoco quería comprometerme con ella teniendo como tenía a mis tres tías muy encariñadas conmigo, contando sólo a ellas tres, porque ocasionalmente había habido otras que seguramente no iban a desaparecer envueltas en nubes.

-¡Dímelo otra vez, habrás visto que soy capaz de aprender! –Y se sentó como la flor de loto en la otra cama que había en la cabaña.

-¡Venga, sirve otra copa de vino y vente aquí! –Creí que debía darle una oportunidad para que viera que era capaz de aceptarla, tal como había dicho ella misma, al menos durante la semana que íbamos a estar en el campamento, luego en el instituto, íbamos a estar en diferentes clases.

Hizo lo que le había pedido, y al llenarme el vaso, le dio un trago al suyo y se echó en la cama entre mis piernas, poniendo su cara sobre uno de mis muslos.

Tenía la polla morcillona, así que la imagen que veía desde mi posición de recostado, era muy excitante, una cara sobre mi muslo y mi nabo sobre la otra, muy cerca de su boquita. Como he dicho antes, me gustaba su culito, con dos pequeños y excitantes muslitos en armonía con sus dos largas piernas. Si nos emborrachábamos, probablemente podíamos terminar follando hasta la mañana cuanto tocasen la campana para el desayunos.

Y de pronto se abrió la puerta.

-¡Coño JB! –Era Pedro que venía de la mano de Lola–¿Habéis follado?

-¡Estábamos en ello! –Respondió Rita.

-¡Tienes un desnudo despampanante, Rita! –Le respondió Lola.

-¿Qué hacéis aquí? –Pregunté.

-Bueno, supongo que ya sabrás que formamos parte de una especie de intercambio de pareja. –Dijo Pedro.

-¡Lo sé porque me lo ha dicho Rita, pero hasta hace un rato no tenía ni puta idea de este asunto!

-¡Pues ya estamos aquí, podemos hacer real la conspiración de la madre de tu amante! –Dijo Lola relamiéndose los labios.

-¡Yo acepto lo que os propongáis! –La respuesta de Rita me volvió a sorprender, sobre todo porque aún seguía siendo virgen, salvo por la boca, que ya la había estrenado.

Continuará…

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