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El parque de los patos
Estaba nervioso, muy nervioso. Iba en el tren, había quedado con una chica había conocido en un chat de internet. Mi cabeza pensaba que quizás no era una buena idea, quedar con alguien a ciegas. Era joven e inexperto, tan inexperto como que nunca había tenido contacto con una chica. De hecho ni siquiera había dado un beso en condiciones, solo picos. Y ella lo sabía, claro que lo sabía, sabía que era virgen. Llevaba un tiempo a dieta y había adelgazado unos cuantos kilos pero aun así, no tenía seguridad, era un chico inseguro de su físico.
El tren paró en la estación, había quedado con ella en la puerta de la misma. Llegué al lugar indicado y me quedé parado observando a la gente de mi alrededor había varias chicas. Una chica con una increíble y larga melena castaña oscura que brillaba al sol sonrió mirando hacia mí y levanto la mano saludando. Supuse que era ella, mi estómago tenía un duende dentro que solo pegaba patadas y se movía, comencé a caminar hacia ella mientras la examinaba. Era una chica entrada en carnes de tez morena, color arena, que lucía un vestido negro con algún tipo de dibujo en blanco por cientos en toda la tela, su estatura estaría cerca de los 175cm, llevaba una chaqueta vaquera y una mochila marrón a su espalda. Venía de las clases de esta mañana.
Llegue frente a ella y pude verle bien la cara, era preciosa con pecas repartidas por toda la cara, sobretodo en sus mejillas. Sus ojos marrones oscuros estaban adornados por una leve sombra de ojos. Odio los ojos claros, me dan mal rollito. A su belleza le acompañaba una sonrisa inocente y cautivadora.
– Hola, ¿eres Sara?
– Si – nos damos dos besos- , ¡qué alto eres!, estoy nerviosa -dijo entre risas-. Es la primera vez que hago algo así.
– Yo también estoy nervioso, y también es la primera vez que quedo con alguien que conocí por Internet. ¿Quieres que nos movamos para otro sitio?
Comenzamos a andar y a hablar hasta llegar a un banco de madera en un parque. Era el parque de los patos de la ciudad, y allí estuvimos hablando sobre nuestras vidas. Viendo que yo no daría el paso, se acercó a mis labios y los besó. No sabía qué hacer, ¿cómo cojones se besa? Le correspondí el beso atrapando su labio superior entre los míos y soltándolo varias veces. Había dado mi primer beso.
Se sentó encima de mí y continuamos besándonos, mi polla sufría dentro de mi bóxer apretado, se hinchaba torcida, intentando abrirse paso por la tela para erguirse completamente. Ella metió su mano por dentro de mi polo y comenzó a acariciarme el pecho, su lengua jugaba dentro de mi boca y la mía salía tímidamente a rozarse con la de ella. Entonces me mordió el labio inferior. Cuando note su mordisco llego un cargamento de sangre a mi polla que la hizo moverse completamente, ella sonrió y dijo – parece que eso le ha gustado.
Volvió a morderme el labio, nuevamente otro impulso en mi polla. Cogió mi mano y la llevo a su muslo. Soy un consumidor de porno habitual, sabía qué hacer aunque nunca lo había puesto en práctica. Comencé a subir lentamente mi mano por el interior de su muslo, haciendo que las yemas de mis dedos se deslizaran por su pie hasta su culo. Cuando me acercaba más calor notaba y cambie de dirección hacia su rodilla. Ella me miraba con unos ojos que podrían hacerme tener una erección en segundos si no estuviera ya duro. Entonces se lanzó con fiereza a mi boca y comenzó a besarme apasionadamente, mi mano comenzó de nuevo a subir por su muslo mientras la otra mano se entrelazo con su melena desde la nuca hasta la parte de atrás de su cabeza. Apartando su melena y dejando su cuello al aire, le mordí el labio ligeramente y aparte mi cabeza para poder atacar su cuello, lo bese y lo olí, siempre había escuchado y leído que el cuello era una zona muy erógena. Subí besando su cuello hasta llegar a la oreja, metí el lóbulo de su oreja en la boca y lo solté después de pasar la lengua tímidamente por detrás. Al mismo tiempo, mi mano llego al inicio de sus braguita y con mis dedos acaricié la tela por encima de sus labios, estaba empapada. Eso me puso más cachondo y ella lo notó. Bajó su mano hacia mi entrepierna, la palpó por encima del vaquero y luego comenzó a luchar para desabrocharme el botón. Acaricié sus braguitas de abajo a arriba, haciendo ligera presión. Su respiración se aceleraba, no sabía que esto podía ser tan excitante, separe mi boca de su cuello y volví a besarla en la boca. Jugaba atrapando sus labios aleatoriamente en cada beso, intentando atrapar su lengua cuando jugaba con la mía, aún tímida.
Al fin consiguió desabrocharme el pantalón, separó su cabeza de la mía y bajó la cremallera mientras me miraba. Metió su mano por dentro de mis calzoncillos, mi polla la recibió con alegría y en cuanto notó como la rodeaba con sus dedos calientes lanzó otro impulso de sangre. Al notarlo empezó a jadear, acerqué mi boca a su oído y le dije.
– Veo que te gusta.
Bajé la mano de su pelo y comencé a tocarle las tetas por encima del vestido. No eran muy grandes, normalitas, y tenía algunas pequitas por la zona del canalillo. Mi otra mano se escurrió por el borde de sus bragas y por primera vez toqué una vagina. No note ningún pelo, se había preparado para la ocasión. Estaba mojada y caliente, movía mis dedos por encima con facilidad, se deslizaban solos con tanto fluido.
Intentó comenzar a masturbarme pero era una posición incómoda. Ya se había ido la mayoría de luz solar y habían encendido las farolas.
– ¿Te apetece que vayamos allí?.- Me dice mientras la veo mirar a un parque infantil en el que apenas había luz y estaba rodeado por arbustos menos por la parte de la entrada.
– Donde quieras – dije sonriendo.
Sacó su mano de mis pantalones y yo retire la mía, tenía los dedos como cuando te pasas mucho tiempo en la piscina, arrugaditos como para agarrarme a un azulejo y no resbalar. Se levantó y yo me levante sujetándome los vaqueros para abrochármelos cómodamente de pie. Comenzamos a caminar hacia la zona oscura, aproveché para agarrarle el culo y morderme el labio, estaba cachondo y no sabía que iba a pasar. Mientras caminábamos olí mis dedos, si, los mojados. Y aunque ahora ya estaban secos, olían a ella.
Llegamos y nos sentamos, eran unos bancos de tablas sin respaldo en el que podían entrar tres personas tumbadas a lo ancho. Cogí su cara por ambas mejillas y comencé a besarla. Ella correspondió al beso. Bajé una mano por su cuello hasta llegar a su pecho, lo agarré no muy fuerte y le mordí el labio. Ella bajó su mano a mi polla, que no estaba tan dura como antes de movernos pero aún tenía sangre, estaba medio morcillón. Ahora fue ella la que mordió mi labio inferior y separó su boca de la mía lentamente hasta que mi labio se escurrió entre sus dientes. Pasó a mi cuello, fue notar su respiración y el primer impulso de sangre sacudió mi miembro. Cuando note sus labios y sus dientes ya tenía la polla gorda como antes de levantarnos. Sin apenas darme cuenta había sacado su teta por encima del sujetador y del vestido y jugaba con su pezón entre mis dedos. Bajé mi cabeza hasta su pecho y me lo metí en la boca. Con la lengua lo rodee lentamente varias veces haciendo espirales y pasando por encima de él. Notaba como se ponía durito. Mi mano izquierda comenzó a buscar su otro pecho y lo sacó de su prisión, presioné su pezón entre mis dedos mientras cubría con mi mano todo su seno. Ella se apoyó con ambas manos hacia atrás dándome vía libre a sus tetas, su melena caía por su espalda. Mi mano derecha entró por debajo de su vestido y toco sus braguitas, estaban calientes y húmedas. Deslicé mis dedos por un lado y comencé a acariciar con mi dedo corazón de abajo a arriba por el centro de los labios, haciendo presión. Sin querer, mi dedo entró dentro de ella. Ella respondió con un tímido jadeo. Tenía mi dedo dentro de ella pero no sabía cómo masturbarla. Había visto en el porno que movían los dedos dentro así que eso hice, doble mi dedo y lo estire varias veces. Metí otro dedo más e hice lo mismo. Notaba su vagina muy caliente y mojada. Ella seguía con la cabeza hacia atrás y yo seguía jugando con mi boca en sus pezones. Subí la cabeza y le mordí el cuello. Ella volvió en sí y susurro:
-¿Tienes condones?
– No.
– Túmbate.
Hice lo que me dijo. Me tumbe y ella se sentó a mi lado, a la altura de mis rodillas. Me desabrochó el pantalón y me lo bajó un poco. Luego besó por encima de mis calzoncillos antes de bajármelos y dejar salir a mi polla, que como si de una boya hundida se tratara saltó de golpe y se puso recta mirando al cielo.
– Tengo las manos frías.
– Da igual – Conseguí decir con mi respiración agitada.
Ella rodeó mi polla con su mano y comenzó a deslizarla hacia abajo llevando consigo la piel y sacando mi glande del prepucio. Entonces bajó su cabeza. Noté su pelo sobre mi pelvis y luego calor en la punta de mi polla. Sentía su lengua acariciando mi glande. Ahora era yo el que jadeaba. Ella levantó la cabeza y comenzó a deslizar su mano por mi polla de arriba abajo, pero ahora se deslizaba sin problemas gracias a su saliva.
– Avísame cuando vayas a correrte.
– Mmm – dije mientras asentía, no me salían las palabras.
Volvió a inclinarse y se metió mi polla en su boca, quitó su mano y empezó a mover la cabeza. Notaba mi polla durísima. Puse mi mano en su cabeza para acompañar su movimiento. No paraba, no disminuía el ritmo, notaba que mi polla no se podía hinchar más, empecé a notar como cuando me pajeaba y me iba a correr, ese cosquilleo que te recorre y sabes que viene el grumo.
– Me corro, me corro.
Para mi sorpresa, ella no sacó mi polla de su boca. Volvió a agarrarme la base de la polla con su mano y siguió chupando con más ritmo y menos presión. Apreté mi culo, lo hacía cuando me pajeaba para correrme antes y lo hice sin darme cuenta. Noté como salía el primer chorro de esperma, arquee mi espalda sobre el banco y doble mis rodillas hacia fuera. Segundo lefazo, un tercero y lo siguió un cuarto que fue el final. Ella se sacó la polla de la boca y me la metió dentro del calzoncillo mientras decía:
– Y esta ha sido tu primera mamada.
– Sí.
– Pensé que aguantarías menos.
– ¿Menos?
– Para ser la primera…
Yo estaba flipando, se había tragado toda mi leche igual que en los videos porno que veía.
– Normalmente no hago estas cosas, pero esta es una ocasión especial – La mire y sonreí – Pero no te pilles eh, no quiero pareja.
– No, tranquila.
– ¿Sabes qué hora es?
– No.
– Entras a trabajar en 10 minutos.
Había pasado el tiempo volando, entraba a trabajar a unas calles de ese parque.
Me incorpore y me senté a su lado, ella saco una botella de agua y bebió un trago. Entonces le dije:
– Me ha encantado el día.
– Y a mí. ¿Te da asco que te bese?
– No, ¿por qué me iba a dar asco?
– A los tíos no les gusta que les besen después de correrse en la boca.
– Ah, a mí no me importa.
Nos besamos nuevamente metiendo lengua, y llego el momento de despedirse. Yo para ir a trabajar y ella para irse a su casa. Quedamos en volver a vernos y claro que nos volvimos a ver. Pero eso es otra historia, la historia de cómo perdí la virginidad o el día que descubrí que los condones son una mierda.