El horno bien caliente

Amateur

El horno bien caliente
Esa mañana me desperté muy temprana; caliente y con muchas, muchas ganas de coger. Por suerte, mi adorado esposo estaba en casa y no saldría de viaje por varios días…

Su lado de la cama estaba vacío; pude oír entonces que él estaba tomando una ducha; me quité el camisón y separé mis piernas.
Iba a prepararme para cuando Víctor saliera del baño. Separé mis labios vaginales con mis dedos y comencé a acariciar con suavidad mi clítoris, que ya estaba bastante inflamado y húmedo.

Cuando ya estaba casi a punto de acabar; la puerta del baño se abrió. Giré en la cama y cerré los ojos, simulando estar todavía en pleno sueño.

Víctor se acercó por detrás y rozó mi espalda desnuda con su mano. Luego sus traviesos dedos fueron descendiendo hasta llegar a mi raja trasera y uno de ellos se coló apenas dentro de mi estrecha entrada anal.
Gemí por la sorpresiva intrusión y ronroneé como una gata.
Pensé que mi caliente esposo quería sodomizarme tan temprano en la mañana; pero de repente escuché que susurraba a mi oído:

“Ya sé que estás despierta… hoy tenemos el asado en la quinta…”

Abrí los ojos y le sonreí, con una expresión mezcla de frustración y bronca; pero mi adorado maridito no me entendió nada…

Estaba en llamas, pero me fui a dar una ducha tratando de enfriar un poco mi calentura. Mientras rozaba mi labia, fantaseé con que él se metería a la ducha conmigo y me dejaría más que satisfecha con una cogida intensa y brutal bajo la lluvia… pero me quedé con las ganas.

El encuentro era en la quinta de unos amigos. El lugar era paradisíaco, con un buen lote arbolado y una hermosa pileta de natación.
Me puse una diminuta bikini y una falda corta. Hacía calor y decidí viajar con comodidad, lo cual incluía usar unas sandalias de taco bajo, que de todas maneras, realzaban mis estilizadas piernas.

En el camino, Víctor se detuvo frente a una panadería para comprar algunas cosas que sus amigos le habían encargado.
Me pidió si le hacía el favor de bajar yo a comprar todo eso.

El empleado que me atendió, dijo que todavía estaban horneando y me ofreció pasar mientras esperaba; sería una media hora…

Acepté la propuesta, porque allí en la calle pasaba la gente y yo estaba casi desnuda con mi breve falda y mi camiseta que apenas me cubría las tetas.

Mientras le mandaba un mensaje a Víctor para avisarle del retraso, alcé la vista y noté que ese hombre tenía sus ojos enfocados en mis tetas. Trató de disimular y me sacó conversación. Yo me interesé por el proceso del pan y él gentilmente ofreció mostrarme las instalaciones. Mientras hablábamos, sus ojos seguían recorriendo mis tetas.
Yo estaba muy caliente; así que decidí provocarlo un poco más…

Cada vez que lo sorprendía mirándome, le sonreía con picardía.

En un descuido me ensucié un brazo con harina; así que el empleado enseguida me ofreció un paño para limpiarme. Extendí mi brazo hacia él y me lo limpió.
Ese contacto me hizo encender y me pareció que a él también.

Fue imposible disimular lo que me pasaba; mis pezones erectos se hicieron notar, diciéndole a ese chico que su contacto me había gustado…

Decidí tomar la iniciativa. De repente, frente a él, me quité la camiseta, para que pudiera ver mis tetas apenas contenidas por esa delgada tela del corpiño. El pibe abrió los ojos y se quedó con la boca abierta. Entonces desprendí el nudo en mi espalda y mis tetas redondas saltaron a su encuentro.

Hundí mis dedos en un pote de crema que había sobre una mesada y esparcí un poco sobre mis pezones erectos. Después miré al chico, mientras lamía la crema de mis dedos con mi lengua…

El pibe entendió el mensaje y no perdió más tiempo. Cerré los ojos y enseguida sentí su lengua recorriendo mis pezones endurecidos y embadurnados con crema.

Desde allí comenzó a bajar con su lengua por mi cuerpo, hasta llegar a mi ombligo. Sus manos tironearon de mi falda; hasta lograr deslizarla hasta mis tobillos.

Entonces me di vuelta, para que él me apretara contra la mesada. Su verga dura y bien firme empujó contra mis nalgas.
Sus callosas manos subieron a acariciar mis tetas…

Se bajó un poco los pantalones y corrió mi tanga a un costado; pude sentir las venas de su verga endurecida que se apoyaba a la entrada de mis labios vaginales; ya bien humedecidos.

Bajé mi mano para acariciar esa verga.
Le hice una buena paja por un rato; hasta que el pibe me hizo girar para enfrentarlo. Apoyó sus manos sobre mis hombros y me obligó a ponerme de rodillas; hasta poder alcanzar esa poderosa verga con mis labios.

Me costó trabajo meterme semejante pija dentro de mi boca. Era realmente bastante gruesa; pero finalmente lo logré. Se la chupé con muchas ganas y pude apreciar que crecía todavía más dentro de mi garganta.

Justo cuando me subí al borde de esa mesada para que él me penetrara, sonó mi teléfono. Víctor estaba impaciente por la demora y entonces dijo que aprovecharía el tiempo para ir a comprar más cosas a otro lugar…

Traté de mantener la calma; ya que el chico me estaba comiendo la concha con su boca en ese momento. Le expliqué a mi esposo que el empleado estaba calentando bien el horno y que faltaba poco para que lo abriera…

“Es increíble cómo calentó el horno este hombre”. Le dije.

Terminé la conversación antes de que empezara a gemir como una perra. El pibe lamió un poco más y me dejó al borde del orgasmo…

Se incorporó y supo enseguida que yo me moría de ganas por sentí su pija dentro de mi cuerpo. Me la arrimó con suavidad y dejó que yo misma me la metiera.
Después le comí la boca en un beso húmedo y me colgué de su cuello. De a poco me fui empalando en su verga hasta que una buena parte estuvo adentro. Entonces me recosté en la mesa y me entregué a él para que me hiciera suya; que me cogiera bien duro.

Sentí que me llenó la vagina por completo. Cuando ese chico tomó el control y me la empezó a meter más adentro, perdí toda la noción de la realidad y me entregué a sus deseos…
Enseguida acabé por primera vez; mientras sentía sus prolongadas estocadas dentro de mi agradecida concha. Cada embestida que me daba, me calentaba todavía más y más.

Cuando más caliente parecía que estaba, porque me cogía con muchas ganas, me la sacó y me hizo bajar de la mesada. Me dio vuelta y entonces pensé que me la iba a meter desde atrás; pero entonces él se inclinó; abrió mis cachetes con sus manos y comenzó a lamer mi entrada anal.

Me animé a preguntarle si me iba a dar por el culo con esa cosa tan gruesa; pero por toda respuesta; él se paró detrás de mí y enseguida la zambulló otra vez en mi hambrienta concha.

Me aferró por las caderas y comenzó a bombearme, esta vez con mucho frenesí. Me embistió bien duro; hasta que de repente la sacó y pude sentir su leche caliente derramándose por mi cintura y la cola. Después me abrazó desde atrás y se recostó sobre mi espalda. Le supliqué que me la volviera a meter; todavía la tenía bastante rígida y yo quería sentirla dentro de mi vagina…

Se deslizó muy suavemente hacia adelante y puse sentir su verga otra vez llenando mi vagina. Le pedí que se quedara quieto y yo comencé a menear mis caderas sobre esa magnífica pija.
En menos de un minuto alcancé un orgasmo intenso y lo grité con todo el aire de mis pulmones. Quedé recostada sobre la mesada y entonces el chico me acarició las caderas y se deslizó fuera de mi cuerpo.

“Hacía rato que no gozaba tanto…” Suspiré, totalmente rendida.

Traté de limpiarme toda la harina que había en mi cuerpo.
Terminé de vestirme y el chico me dio una bolsa de pan; a cuenta de la casa. Le comí la boca por última vez y le dije que regresaría por más; aunque yo sabía que eso no era cierto…

Justo a tiempo, llegaba mi esposo a la puerta de la panadería…

Subí con mis piernas todavía temblando y Víctor me preguntó por qué tenía tantas manchas de harina en el cuerpo. Le dije que era su culpa; me había ensuciado así porque no había querido bajar él mismo a comprar el pan.

Al llegar a la quinta, nos recibió Martha, la dueña de casa.
Besó a mi esposo y me ofreció tomar una ducha para quitarme la harina. Mientras me acompañaba a la casa, me susurró al oído:

“Ya veo, Anita, que conociste dónde se fabrica ese rico pan…”

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