el “poblema” de la emigración (I)

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el “poblema” de la emigración (I)
Me dice una familiar cercana, tan cercana que hemos pasado la vida juntos, y que siempre ha presumido de ser de esas que llevan “gafas moradas”, podemita, izquierdista y con tendencia a recibirme descalza en su casa (no sabe de mis tendencias fetichistas, y eso para un fetichista es como mostrarle las tetas a otro), que los “hombres españoles ya no miran a las mujeres”; No como como los emigrantes marroquíes, apunta, sin dejar de señalar que, estos, vienen “de una cultura heteropatriarcal y machista que blablablá” ¡Vamos, que algunas nunca están contentas, pienso yo! Tras asentir a todo lo que me dice, y evitar caer en sueño profundo imaginando todas las cosas que un “machista musulmán” haría con sus eurocéntricos orificios, salgo a la calle y espero pacientemente el bus. Seis de la tarde (convendréis conmigo que la tarde es la hora menos sexual que existe) y ya hay cuatro o cinco gamberrillos marroquíes rodeando a una chica española, preciosa de tan normal. Pelo recogido en una coletita, leggins apretados para que le reviente el coño y zapatillas deportivas blancas con calcetines bajos de esos que dejan ver el tobillito mordisqueable.
Ellos hacen el mono, (todos lo hemos hecho con sus colegas, a su edad), bromean, la vacilan..ella contesta con risas y sonrisas, alguna pullita, ellos contestan con groseria y risotadas, y poco a poco (cuando dicen algo más procaz) parece agobiarse, lo que solo parece provocarles a ellos aún mas y ella va retrayendo el cuerpo hasta pegarse al cristalito. Sentada como esta, y ellos de pie, con la cara a la altura de sus sexos, embutidos estos en pantalones de esos pitilleros que marcan, los chavales marroquíes mueven entre risas las caderas como si quisieran hacerle un bukkake (y seguro que quieren).
Siendo el único español cercano, cruza una mirada conmigo que parece pedir ayuda, en plan “cómo se pasan, menos mal que hay alguien cerca y yo-no-soy-asi”. Pero uno, qué es discreto, se retira un poco para (sin dejar de observar) que los acontecimientos se desarrollen como deban desarrollarse sin intervención de los aburridos viejos como yo. Total, a las seis de la tarde no pasan estas cosas. Los mayores no tenemos derecho a interferir en los juegos de aquellos que, mínimo, les doblamos la edad. ¿Y quién soy yo para juzgar a unos chicos que seguramente viven en un piso patera, que han cruzado el mar a punto de morir y que han llegado aquí sin más expectativas de que los pillen sin papeles, deportación y vuelta a empezar? ¿les voy a discutir pasar un buen rato?. Adopto la postura de Uatu, el impertérrito Vigilante de los cómics Marvel y dejo que pase lo que tenga que pasar, que al final no será nada malo.
Llega finalmente el bus, y mientras -con todo el dolor de mi corazón- subo y me siento veo a través de la ventanilla como los marroquíes ejecutan su danza de apareamiento (¿consentido?). Ella mira un poco alrededor, a ver si se aproxima alguien que la saque del apuro. No hay problema: se aproxima la típica familia de turistas. No habrá fiesta para ella ni para ellos esta tarde. Pero pienso en todos los racistas y xenófobos que andan preocupados por la emigración magrebí y me pregunto si simplemente rechazan pensar en todas las posibilidades que tiene…Como, en definitiva..una buena chica cristiana y blanca disfrutada por un emigrante pobre, convertida en su “putita”, discute, más profundamente que mil discursos feministas, todas nuestras ideas y creencias heredadas sobre la clase social, la posesión, la monogamia, la pureza, la propiedad etc.
Si, en el fondo, lo que más temen es precisamente lo que más desean… si toda la histeria social que acompaña al tema no está alimentada por fantasias reprimidas que no quieren aceptar….El padre que vota a Vox para proteger la pureza de su prole, la feminista que se entretiene en cada detalle de lo que harían esos peligrosos extranjeros con sus liberados cuerpos, la chica como la de la parada que se deja rodear jugando con el peligro y el placer…si, como decía mi familiar feminista, ellos no tienen los tabues que nos han metido en la cabeza…y me pregunto, otra vez, si lo que tememos y lo que deseamos en el sexo, no es al final, lo mismo. O sea, esto:

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